Por Maruja Dagnino, equipo BeCrack
Cuando las personas están a punto de morir confiesan lo inconfesable. Por lo general, son secretos de familia que pensaban más terribles de lo que en realidad eran, como hijos que vivieron sin saber que eran adoptados o que no fueron concebidos por el mismo padre que sus hermanos. Amantes que no fueron más que una casualidad y quedaron flotando en un archivo encriptado. Algunos han confesado una pasión secreta por algo o alguien, pero al final todo se trata del tiempo. Tiempo que no volverá. Agua derramada. Una nube que pasó y ya no es la misma. La mayoría confiesa, ante la muerte que apremia, que lamenta no haber usado su tiempo para demostrar su amor a su pareja, cuidar mejor de sus hijos o sus padres, o para ser nadadores o músicos, lo que sea que los apasionaba y lo abandonaron por razones externas a ellos mismos.
Aunque somos resultado de nuestra historia, el pasado no se puede cambiar, y si sueñas con algún tipo de futuro, si tienes un propósito, es muy importante que te centres en el espacio que estás ocupando y el tiempo que vives cada día. Probablemente se ha convertido en un cliché, pero el concentrarse en el aquí y el ahora sí funciona. No se trata de vivir sin responsabilidades, como piensan algunos, sino de asumir el compromiso consciente con la vida que te has propuesto llevar, independientemente de que lo logres o no.
La felicidad no está fuera de nosotros, ni es mañana, sino hoy, y para que suceda debemos mantener la coherencia entre quiénes somos o queremos ser y lo que hacemos día a día.
Si vives el presente con estrés o ansiedad por el pasado, o bien por lo que viene, aunque sea la tarea que tienes que entregar dentro de una hora, tu nivel de concentración disminuirá y el resultado de tus actividades, aunque logres terminarlas, no tendrá la calidad que esperabas. En este caso es mejor que te tomes cinco o diez minutos para respirar y reducir el estrés. Verás cómo tu tarea deja de ser una tortura.
Cuando el pasado te consume
Que el pasado sea irrepetible no significa que no lo puedas enmendar. Probablemente tendrá un costo, pero tratemos de tener nuestros asuntos al día, sin deudas materiales, afectivas o morales. Si te sientes mal porque consideras que cometiste un error contra otra persona o contra ti mismo, encuentra una manera de compensar la afrenta para que te sientas mejor en lugar de castigarte.
Si se trata de algo que hirió tus sentimientos o tu moral, búscale un sentido, como por ejemplo cuál puede ser la enseñanza que hay detrás de ese incidente. Sin culpas y sin resentimientos.
Podemos hacer cosas para superar el pasado, pero lo que no podemos hacer es regresar el tiempo. Nos creamos un propósito de vida, no para vivir en el futuro sino para hacer que cada momento significativo de nuestras vidas nos arrime un poquito hacia allá. Es por eso que aprovechar nuestro tiempo es vital para ser felices, y es ya. La felicidad no se puede posponer. Esperar a tener dinero para ser feliz no es una opción. Esperar a casarme para ser feliz no es una opción. Esperar no es una opción.
Normalmente hacemos lo que nos interesa por un deseo interno y profundo de cumplir nuestras expectativas y dejamos de hacerlas por miedo a las consecuencias. Eso ocurre cuando nuestra motivación está guiada por el mundo exterior y no por una necesidad profunda de felicidad.
En “9 ideas poderosas ideas sobre la felicidad”, Juan Cisneros (inversionista y escritor) nos dice que “la vida es un paseo, no una carrera de 100 metros” y que necesitamos más frecuencia en nuestros momentos felices que intensidad. Nos hará más felices entonces incluir pausas en nuestra rutina para tomar café, té, o comer algo rico y ligero, reconfigurar nuestro sistema operativo y continuar a un ritmo, no de maratonista, sino de quien está disfrutando del camino.